lunes, 11 de mayo de 2009

Mi Hijo


Lo observo curioso detrás del ventanal

Entre azucenas, rosas y jazmines;

Su ternura juega celestial.

Con música de querubines.


Me atrapa su libertad, su vuelo,

Su innata frescura angelical.

Cuando el sol enorme ilumina su pelo

Me parecen sus ojos un manantial.


Me sorprende a cada instante el ingenio

En su pasión por imitar mis gestos;

Y un orgullo sobreexcita sin remedio

Mi niño dormido, sin movimientos.


El día jamás se aletarga con su presencia.

Sus travesuras; el manto que me inquieta.

Mientras la luna asoma con paciencia

El lucero lejano asemeja un cometa.


La noche ha llegado y exhausto lo encontró.

Las estrellas cómplices lo acunaron.

Mi amor eterno lo albergó.


Mi hijo es la recompensa de Dios.

Un ángel mensajero de vida.

El estimulador viviente de mi corazón.


Juan José Gómez

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