Mi Hijo
Lo observo curioso detrás del ventanal
Entre azucenas, rosas y jazmines;
Su ternura juega celestial.
Con música de querubines.
Me atrapa su libertad, su vuelo,
Su innata frescura angelical.
Cuando el sol enorme ilumina su pelo
Me parecen sus ojos un manantial.
Me sorprende a cada instante el ingenio
En su pasión por imitar mis gestos;
Y un orgullo sobreexcita sin remedio
Mi niño dormido, sin movimientos.
El día jamás se aletarga con su presencia.
Sus travesuras; el manto que me inquieta.
Mientras la luna asoma con paciencia
El lucero lejano asemeja un cometa.
La noche ha llegado y exhausto lo encontró.
Las estrellas cómplices lo acunaron.
Mi amor eterno lo albergó.
Mi hijo es la recompensa de Dios.
Un ángel mensajero de vida.
El estimulador viviente de mi corazón.
Juan José Gómez
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